viernes, 24 de septiembre de 2010

Para meditar...

Proverbios 2, 1-22

Hijo mío, si aceptas mis palabras y conservas mis mandatos,
prestando oído a la sensatez y prestando atención a la prudencia;
si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia;
si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro,
entonces comprenderás el respeto del Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios.

Porque es el Señor quien da la sensatez, de su boca proceden saber e inteligencia;
él atesora acierto para los hombres rectos, es escudo para el de conducta intachable,
guarda el camino del deber y custodia la senda de sus fieles.

Entonces comprenderás la justicia y el derecho, la rectitud y toda conducta buena,
porque entrará en tu mente la sensatez y sentirás gusto en el saber,
la sagacidad te guardará, la prudencia te protegerá
para librarte del mal camino, del hombre que habla perversamente,
de los que abandonan el sendero recto para seguir caminos tenebrosos
de los que gozan haciendo el mal y se alegran de la perversión,
siguen senderos tortuosos y sendas extraviadas;
para librarte de la ramera, de la prostituta que halaga con sus palabras,
que abandonó al compañero de su juventud, olvidó la alianza de su Dios;
su casa se inclina hacia la muerte, sus sendas hacia el país de las sombras;
los que entran allí no retornan, no alcanzan las sendas de la vida.

Para que sigas el buen camino y te mantengas en sendas honradas,
porque los rectos habitarán la tierra y los íntegros permanecerán en ella;
mientras que los malvados serán expulsados de la tierra y los pérfidos serán arrancados de ella.

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