miércoles, 20 de abril de 2011

Sacerdote, profeta y rey

Este es el compromiso de la vocación laical. Como Cristo fue y es sacerdote, profeta y rey, así lo son también aquellos que son creados a su imagen y semejanza. El sacramento del bautismo vivifica y potencia esta imagen y anima a quienes lo reciben a vivir según este derecho recibido en el necimiento. Mucho más se puede decir acerca de estas tres dimensiones, pero sobre todo es importante entender cómo son vividas y asumidas por los hombres y mujeres en su vida de cada día.

La acción importante y transformadora del bautismo introduce a cuantos reciben el sacramento en la triple función de unción sacerdotal, profética y real. La Iglesia es muy clara al afirmar que en la medida en que los seglares viven su identidad bautismal participan de estas importantes actividades cristológicas de Jesús. Cada una de estas funciones de la unción resalta la naturaleza mesiánica de Cristo que es compartida con los bautizados, para informar e incrementar en ellos lo explícito del ministerio.
La figura del sacerdote evoca imágenes de sacrificio y de mediación. El sacerdote es aquel que ofrece el sacrificio para rendir culto a Dios y darle gracias por su presencia divina en el mundo. El sacerdote es también un mediador, aquel que está ante Dios e intercede por el pueblo. Esto quiere decir que el sacerdote está ante Dios para pedir perdón, para implorar la paz y la gracia. Y es ésta la verdadera y propia función del seglar que participa en el misterio de la salvación de Cristo.
El profeta es aquel que vive dos realidades al mismo tiempo. De una parte, profundamente inmerso en la voluntad de Dios y la conoce desde dentro. Y sólo entonces el profeta es un instrumento que transmite la voluntad divina a los otros, de manera que se entienda y se siga. De otra parte, un profeta está también profundamente inmerso en las corrientes de la sociedad actual, para conocer y entender las luchas y los trabajos del pueblo, en medio del cual es llamado a servir. El profeta asume, pues, el desafío de vivir de manera enérgica esta doble realidad, para participar así en la acción evangelizadora de la Iglesia.
La identificación del seglar "rey" indica también el deseo de parte de Dios de compartir la esencia de la naturaleza divina con los hombres, creados a su imagen y semejanza. Aunque si la realeza de Jesús no es demasiado evidente en el Nuevo Testamento, una de las imágenes más significativas de Cristo en la devoción cristiana es su representación como Rey: Rey del cielo y de la tierra, Rey de la creación y Rey de la historia. En parte, este título real pone de relieve la autoridad divina otorgada a Cristo, la misma autoridad que Él transmite a sus seguidores para hacerles capaces de testificar su servicio en el mundo.
Una vez más, los seglares son animados a ejercer esta autoridad en la esfera secular para transformar el mundo a través de su testimonio.

lunes, 4 de abril de 2011

Cristiada Movie Trailer (HD)


Como vivirías si eres perseguido por tu Fé? Hasta llegarías por defenter tu Fé?

Lee sobre los hechos históricos en que se inspiró está película! Guerra Cristera - Wikipedia, la enciclopedia libre

Nada te turbe (Poesía religiosa de Santa Teresa de Ávila)

Nada turbe,
Nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.


Eleva tu pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.

Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.

Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.

Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro
nada te falta.

Id, pues, bienes del mundo;
id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.

domingo, 3 de abril de 2011

Evangelio según San Juan 9,1-41

Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. 
Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?". 
"Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. 
Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. 
Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo". 
Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, 
diciéndole: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé", que significa "Enviado". El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. 
Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: "¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?". 
Unos opinaban: "Es el mismo". "No, respondían otros, es uno que se le parece". El decía: "Soy realmente yo". 
Ellos le dijeron: "¿Cómo se te han abierto los ojos?". 
El respondió: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: 'Ve a lavarte a Siloé'. Yo fui, me lavé y vi". 
Ellos le preguntaron: "¿Dónde está?". El respondió: "No lo sé". 
El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. 
Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 
Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les respondió: "Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo". 
Algunos fariseos decían: "Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?". Y se produjo una división entre ellos. 
Entonces dijeron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?". El hombre respondió: "Es un profeta". 
Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres 
y les preguntaron: "¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?". 
Sus padres respondieron: "Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, 
pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta". 
Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. 
Por esta razón dijeron: "Tiene bastante edad, pregúntenle a él". 
Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador". 
"Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo". 
Ellos le preguntaron: "¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?". 
El les respondió: "Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?". 
Ellos lo injuriaron y le dijeron: "¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! 
Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de donde es este". 
El hombre les respondió: "Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos. 
Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad. 
Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. 
Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada". 
Ellos le respondieron: "Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?". Y lo echaron. 
Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: "¿Crees en el Hijo del hombre?". 
El respondió: "¿Quién es, Señor, para que crea en él?". 
Jesús le dijo: "Tú lo has visto: es el que te está hablando". 
Entonces él exclamó: "Creo, Señor", y se postró ante él. 
Después Jesús agregó: "He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven". 
Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: "¿Acaso también nosotros somos ciegos?". 
Jesús les respondió: "Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: 'Vemos', su pecado permanece".

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